en los días de Salomón, obteniendo entonces su extensión máxima. En 931 A. de C., ocurrió una división política y religiosa en la nación, de la que nunca pudo deshacerse. Roboam, hijo de Salomón, falló en una crisis administrativa y su reino se vio reducido a uno de los más pequeños, por la deserción de diez de las tribus de Israel. Los disidentes eligieron por rey a Jeroboam, quien condujo al pueblo, tanto a la idolatría como al paganismo. Después de 50 años de desastres y de disturbios ascendió
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